miércoles, 31 de julio de 2013

Viaje a Islandia VI. Parque Nacional de Skaftafell

Hay un refrán islandés que dice "Si no te gusta el tiempo que hace, espera cinco minutos", y os puedo asegurar que es así, en lo que a paisajes se refiere la frase podría quedar como "si no te gusta el paisaje sigue unos kilómetros por la N1" y hoy es el día en que más claro lo hemos tenido. Partimos de Vik con tiempo primaveral y nada más salir hacemos las primeras paradas, que si unas ovejas por aquí, que si una cascada por allá, aún ajenos a lo que se nos venía encima.

De repente apareció ante nosotros una gran explanada, el cielo se cubrió y el viento soplaba fuerte arrastrando gran cantidad de arena, habíamos llegado a Myrdalssandur, la enorme llanura de grava y arena volcánica proveniente de las erupciones del Katla situado bajo el enorme glaciar Mýrdalsjökull. El hecho de que las erupciones de este volcán se hayan producido 1 o 2 veces por siglo y que la última fuera en 1918 hace que sea el más monitorizado de Islandia y mantiene en alerta a toda la población de la zona.
Durante los siguientes 30 km permanecemos callados, escuchando como la arena golpeaba el coche y nos llama la atención como tan solo los potentes págalos son capaces de volar en estas circunstancias.

A continuación pasamos por otra gran llanura, Meðallandssandur, incluida también en el Katla Geopark. Por último nos aproximamos al Parque Nacional de Skaftafell a través del Skeiðararsandur, el mayor de los tres, con una superficie de 1300 km2 y donde se pueden observar los devastadores efectos sobre el antiguo puente de la N1 ocurridos en la última Jökulhlaup (1996), término islandés para referirse a las riadas originadas al derretirse de forma rápida los hielos de un glaciar por una erupción volcánica. Al otro lado las nubes intentaban amedrentar al glaciar Skeiðarárjökull, una de las múltiples lenguas del gigantesco Vatnajökull.


Llegábamos por fin a nuestro destino, lo que habíamos deseado desde que partimos de Reykjavik, teníamos los glaciares al alcance de la mano, pero antes habría que descansar un poco.

Tras pasar la noche junto al centro de visitantes del parque nos informamos de las diferentes actividades que se pueden hacer. Hay multitud de trekings de todos los niveles que parten desde el punto de información y finalmente decidimos comenzar con un paseo hasta la cascada de Svartifoss (Cascada Negra). Este salto de 20 metros toma su nombre del color de las columnas hexagonales de basalto que la rodean, formadas por un proceso de cristalización dentro de un flujo de lava enfriado de manera muy lenta y que sirvieron de inspiración al arquitecto de la iglesia Hallgrímskirkja en Reykjavik.

A continuación nos dirigimos al frente del glaciar Skaftafellsjökull, el camino está bien acondicionado, incluso es accesible en silla de ruedas, al menos hasta llegar a la laguna glaciar. A pesar de que toda la información lo desaconsejaba decidimos atravesar un pequeño riachuelo (donde literalmente metí la pata) y llegar hasta el frente del glaciar.

La sensación que tuve en este lugar es extraña, al principio euforia de haber llegado hasta allí y sentir la fuerza del glaciar bajo mis pies, el paisaje era espectacular y no paraba de hacer fotos, pero poco a poco el miedo se iba abriendo camino y la sensación de que un leve movimiento del glaciar podría hacer que todo se viniera abajo terminó por apoderarse de mi cabeza y salí de allí lo más rápido que pude.

Dejamos para el final la ruta más dura, la subida al mirador Sjornarnipa, poco más de hora y media con algunas rampas duras pero que se hace muy ameno por las impresionantes vistas sobre el glaciar Skaftafellsjökull.





jueves, 25 de julio de 2013

Viaje a Islandia V. Hoy toca playa, Vik

Hace mucho tiempo Skessudrangar, Landdrangar y Langhamrar se encontraban arrastrando un barco cerca de la costa de Vik, estos trolls se encontraban tan absortos en su tarea que no se dieron cuenta que el amanecer se acercaba y así, con el contacto de los primeros rayos de sol, fueron convertidos en tres imponentes moles de piedra.

Con esta espectacular vista de los Reynisdrangar nos levantamos después de haber pasado la noche en el promontorio donde está ubicada la iglesia de Vik. Esta pequeña localidad de no más de 300 habitantes es la puerta de entrada a uno de los mayores contrastes de Islandia, al menos uno de los que más nos ha sorprendido, y es que cuando uno piensa en Islandia la mente siempre se te va a inmensos glaciares o peligrosos volcanes, pero hay más, mucho más. ¡Vamos a descubrirlo!.

A escasos kilómetros al oeste de Vik se encuentra Dyrhólaey, un promontorio de 120 m de altura que se adentra en el mar, que hace honor a su nombre (literalmente puerta-agujero) y es capaz de cumplir las expectativas del ornitólogo más exigente. Frailecillos, Fulmar boreales, alcas, skuas y otras especies se cruzan en vuelo activadas por una primavera que acaba de empezar.

En lo alto del acantilado un faro domina las vistas que hacia el este la conforman una extensa playa de arena negra que llega hasta las inmediaciones de la península de Reykianes (unos 90km) y el temido glaciar Eyjafjallajökull.

Al oeste se encuentra Reynisfjara, la playa que separa Dyrhólaey del cabo de Garðar, con el imponente Arnardrangur (roca del águila) en primer término.

Por último nos trasladamos al cabo de Garðar donde se encuentra Hálsanefshellir, una cueva de paredes formadas por columnas de basalto muy parecidas a las que luego veremos en Svartifoss y desde la que echamos un último vistazo al maravilloso Dyrhólaey.



lunes, 22 de julio de 2013

Viaje a Islandia IV. Seljalandsfoss, camino a Dyrhólaey

Retomamos nuestra ruta al este de Islandia camino de Dyrhólaey por la N1 (Hringvegur o Ring Road), poco a poco vamos acercándonos a la zona de los glaciares y el primer indicio son las grandes planicies de grava negra del río Markarfljót, que recoge las aguas del Mýrdalsjökull y del Eyjafjallajökull (famoso por afectar al tráfico aéreo mundial en 2010), viéndolas es fácil imaginar el caos que debe suponer el deshielo repentino de un glaciar producido por una erupción volcánica y la magnitud de las riadas posteriores. Sin embargo, ya desde lejos, lo que nos llama la atención es la estilizada cascada de Seljalandsfoss, situada en lo que hasta hace no mucho tiempo eran los acantilados de la costa sur, con sus 60 m de caída, no tiene mucho caudal pero la particularidad de poder verla desde detrás.
Junto a ella se encuentran otras caídas de agua que hacen que el paisaje sea espectacular.
Muy cerca de Seljalandsfoss está otra de las cascadas más famosas de Islandia, Skogafoss, pero decidimos seguir adelante y dejar esta para el camino de vuelta, se hace tarde y queremos llegar a Dyrhólaey antes de que se haga de noche, aún así, es difícil no parar a hacer algunas fotos de los caballos o del fantástico atardecer con unas nubes de ensueño que son el colofón de un gran día y el preámbulo de otro si cabe mejor.

martes, 16 de julio de 2013

Viaje a Islandia III. Bruarfoss, Geysir, Gullfoss y Bruarhlod

Bruarfoss

Buscar Bruarfoss (64° 7' 52.72" N  20° 44' 4.21" W), es lo que teníamos anotado a mano en el itinerario de viaje a la salida de Þingvellir. Había visto una foto de esta cascada en Panoramio y haciendo averiguaciones lo único que me quedaba claro era que no sería fácil llegar hasta ella, y digo ella porque cuando te vas haciendo a la toponimia islandesa ya sabes que foss significa cascada y en este caso Bruara es el nombre del río en el que se encuentra. Vamos por la carretera 37 y tras cruzar este río nos desviamos hacia una zona de casitas de segunda residencia, dejamos la furgoneta para hacer el resto del camino a pie, introducimos las coordenadas en el gps y comenzamos a caminar, al menos un par de veces tenemos que volver sobre nuestros pasos pero finalmente damos con el sendero adecuado, mucho antes de llegar ya la escuchamos y al verla una extraña sensación no recorre el cuerpo, no es la más caudalosa ni la más alta pero tiene un color azul único y pasamos un par de horas recorriéndola palmo a palmo.


Haukadalur

Sin poder dejar de mirar hacia atrás continuamos nuestra ruta por el Círculo de Oro en dirección a Haukadalur, se trata de un área geotermal donde se encuentra el famoso Geysir que dio nombre al fenómeno por el cual la tierra expulsa agua, desde principios del siglo XX Geysir no erupciona debido a las piedras y otras sustancias arrojadas por los turistas, así que hay que conformarse con su vecino Strokkur que se activa cada 5-10 minutos y puede alcanzar una altura de hasta 20 metros.
El campo geotérmico de Haukadalur ocupa una extensión de 7 km2 en los que se encuentran más de 40 características geotérmicas si bien las más conocidas están en un área reducida en las inmediaciones de Strokkur.
Mapa de la zona ofrecido por Wondermondo
Subiendo por la colina llegamos hasta Blesi, conjunto formado por dos piscinas que a pesar de estar separadas un par de metros son muy diferentes, una de ellas es muy profunda, tiene el agua trasparente y a cerca de 100º C, la otra apenas tendrá un metro de profundidad y al no tener su propia fuente de agua esta se encuentra más fría, a unos 40ºC, sin embargo la gran cantidad de sílice disuelto le da un color azul muy característico. Dicen que antiguamente los viajeros aprovechaban estas charcas para bañarse en una y lavar sus ropas en la otra.
Aprovechamos el camino de vuelta para visitar Litli Geysir (el pequeño Geiser) que aunque ahora tan solo burbujea estuvo activo entre 1855 y 1871, llegando a alcanzar una altura de 9m y Smidur, también inactivo pero con curiosas fumarolas.

Gullfoss

La Cascada Dorada es uno de los atractivos más importantes del sur de Islandia y al encontrarse a escasos 100 km de la capital hacen que también sea de los más visitados y se nota, de hecho es el único lugar donde la afluencia de turistas nos ha incomodado, acostumbrados a estar prácticamente solos ante tanta belleza el hecho de tener que compartirla con tanta gente nos choca (egoísta que es uno, que se le va a hacer). De cualquier manera Gullfoss impresiona, el río Hvita ha llegado a alcanzar un caudal máximo de 2000m3/s (aunque el caudal medio es de 109m3/s) en este punto en el que se produce una caída de más de 30 metros en dos saltos (11 m y 21 m) situados en planos prácticamente perpendiculares.
Tras el segundo de los saltos se forma un cañon (Hvítárgljúfur) que alcanza una profundidad de 70m y una longitud de más de 2.000m.
La cascada puede observarse desde varios miradores situados a diferentes alturas y que permiten sentir la fuerza del agua en primera fila o admirarla en su totalidad.
Podéis ver en directo la cascada de Gullfoss aquí.

Brúarhlöð (Bruarhlod)

Finalizamos el recorrido por el Circulo de Oro unos kilómetros aguas abajo donde el Río Blanco (Hvita) vuelve a estrecharse formando este curioso cañón de aguas verdes y formaciones rocosas tan particulares. A pesar de su aparente tranquilidad el agua fluye con fuerza y es habitual que en verano se utilice para hacer rafting. 

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