El pasado fin de semana fuimos junto con Lourdes y Víctor al Castillo de Azagala, situado en la cola del pantano de Peña del Águila, en el término municipal de Alburquerque, Badajoz. El enclave tiene una belleza impresionante, el azul del agua embalsada contrasta con un mar de encinas y alcornoques, un hábitat ideal para el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, los buitres, jabalíes, nutrias... que se encuentran por los alrededores. El castillo, del siglo XIII y perteneciente a la Orden de Alcántara, se alarga para adaptarse a la sierrilla donde se encuentra enclavado. Hoy en día se encuentra abandonado y en franco deterioro y muchas dependencias tienen sus techos derrumbados, este BIC (Bien de interés Cultural) se encuentra incluído en la Lista Roja del Patrimonio.
En su historia reciente, nos cuenta Víctor, fue refugio de maquis, que dejaron sus pensamientos en las paredes, incluso se piensa que pudieron ser fusilados en este mismo lugar. Todo esto vuelve a nuestras cabezas cuando anochece y el cielo, aún cubierto de multitud de estrellas, no nos deja ver, entonces el oído se acentúa y empezamos a escuchar ruidos extraños, una garduña chilla subiéndose a un árbol al paso de un par de jabalíes, al rato unos golpes, parece que alguien se ha animado a echar una partida de billar, jeje. Pasamos la noche entre susurros y observando las estrellas, satélites y aviones que pasan por el cielo, intentando pedir un deseo a tiempo al paso de una estrella fugaz.
Panorámica del embalse desde el castillo
Viviendas adosadas al castillo y torre de la iglesia
Tras los cristales rotos
Salón de juegos
Pesebres
Vista del embalse y lienzo de muralla